Sos la persona que me dio la vida, primero.
La que me acompaño en cada pasó, los que di y los que también voy dando.
Siempre estás ahí, con una palabra, un silencio, un gesto o abrazo, no importa
el cómo, es indiferente el modo. Siempre como guía, marcando la ruta que te
parecía más acorde para mí, aunque no siempre sea la que yo elija. Que te he
hecho renegar bastante, sí. Quizá aún lo hago, perdón pero a veces me gusta
aprender a los cabezazos.
Tus palabras, mi seguridad. Tu risa, mi
alegría. Tu pasión, mi inspiración. Tu fortaleza, mi admiración.
Me mostraste que si las cosas no se hacen
con y por amor, no tienen mucho sentido, que no traen la felicidad que
esperamos. También me hiciste ver que a veces, lo que queremos tardan en llegar
más tiempo de lo esperado, y que no por eso vamos a desistir. Al contrario, es
cuando más empeño tenemos que poner para seguir y así conseguir lo deseado. Nunca bajar los
brazos, no importa lo cansada que estés, “siempre se puede un poquito más”.
Me enseñaste una infinidad de cosas, desde
como lavarme los dientes hasta como hacer ligaduras, y esas solo son
profesionales. Otras un poco más profundas: disfrutar de las cosas y los
momentos. Hoy están, pero después se van. Hay cosas que pasan solo una vez.
Gracias por cada esfuerzo, por cada tiempo,
sonrisa y mirada que me dedicaste. Gracias por tu paciencia, que me tuviste
mucha. Gracias por TODO.
Como alguna vez te dije, somos producto de
influencias y vos sos la más grande que yo pueda tener.
Feliz Día mamá, hoy y todos los demás.
Te amo. Siempre a tu lado.
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