sábado, 15 de octubre de 2016

Te Voy A Decir Una Cosa

Sos la persona que me dio la vida, primero. La que me acompaño en cada pasó, los que di y los que también voy dando. Siempre estás ahí, con una palabra, un silencio, un gesto o abrazo, no importa el cómo, es indiferente el modo. Siempre como guía, marcando la ruta que te parecía más acorde para mí, aunque no siempre sea la que yo elija. Que te he hecho renegar bastante, sí. Quizá aún lo hago, perdón pero a veces me gusta aprender a los cabezazos.

Tus palabras, mi seguridad. Tu risa, mi alegría. Tu pasión, mi inspiración. Tu fortaleza, mi admiración.

Me mostraste que si las cosas no se hacen con y por amor, no tienen mucho sentido, que no traen la felicidad que esperamos. También me hiciste ver que a veces, lo que queremos tardan en llegar más tiempo de lo esperado, y que no por eso vamos a desistir. Al contrario, es cuando más empeño tenemos que poner para seguir y  así conseguir lo deseado. Nunca bajar los brazos, no importa lo cansada que estés, “siempre se puede un poquito más”.

Me enseñaste una infinidad de cosas, desde como lavarme los dientes hasta como hacer ligaduras, y esas solo son profesionales. Otras un poco más profundas: disfrutar de las cosas y los momentos. Hoy están, pero después se van. Hay cosas que pasan solo una vez.

Gracias por cada esfuerzo, por cada tiempo, sonrisa y mirada que me dedicaste. Gracias por tu paciencia, que me tuviste mucha. Gracias por TODO.

Como alguna vez te dije, somos producto de influencias y vos sos la más grande que yo pueda tener.

Feliz Día mamá, hoy y todos los demás.

Te amo. Siempre a tu lado.


jueves, 29 de septiembre de 2016

Mas de lo que podes ver

SOY. Soy un poco más de lo que ves. Un poco bastante más. Más que mis rulos morochos, atados o sueltos, que mis ojos marrones y mis cachetes invadidos por algunas pecas. Un poco más que la forma de caminar y la ropa que llevo puesta.
Vos solo ves esa cubierta, un disfraz, un caparazón que es solo mi apariencia, una simple estética, una decoración que tiene mi ser.
Soy lo que digo, pero también lo que me guardo y pienso. Mis sueños y expectativas, esas que a veces nos hacen mierda. Mis ideales. Mis victorias y mis tragedias. Las cicatrices de muchas guerras con otros y conmigo misma. Soy mis miedos, esos que ni yo misma identifico pero que están bien adentro de mí. Soy historia y momentos.
Vos, que no me conoces. Vos, que me miras con intriga, curiosidad y también un poco de perjuicio, te invito a que me conozcas. Pero no solo a mí. Sino a todas las que viven dentro de mí. No soy la de ayer, pero la llevo conmigo. Tampoco la de mañana pero la tengo cerca. No me juzgues sin conocerme. Ni a mí, ni a todas las que viven en mí. Que tampoco te juzguen a vos que estas del otro lado leyendo esto. Todos merecemos que nos conozcan, pero vos también tomate el tiempo de conocer al otro, te podes llevar una hermosa sorpresa.

Mi más auténtica versión va para vos, que preferís juzgar al otro y no mirarte un poquito, que te es más fácil hablar de los demás y sus problemas que hacerte cargo de los tuyos.

viernes, 15 de julio de 2016

La memoria inquieta

Te sentas en el escritorio dispuesta a estudiar todo lo que tenes que estudiar. Empezas de lo mejor, con todas las pilas. En una de esas miras tu celular. Primer pensamiento. Primer recuerdo. Chau, perdiste toda tu concentración.

Hace algún tiempo, seguramente en un día tan aburrido y monótono como hoy, hubieran estado hablando. Por lo que para vos ya dejaba de ser aburrido, porque hablar con él era y es lo más entretenido e interesante que te podía pasar en el día.

Y llego Julio, miras por la ventana y te acordas que hace ya tiempo no se ven. Porque la última vez fue a esta altura del año. Iban todos por las calles abrigados, con camperones, muertos de frio. Pero cuando lo viste, después de tanto tiempo, se abrazaron. Todo el frio que podían llegar a sentir se les paso, como si sin problemas podrían andar en remera. Por la ventana ahora vez un sol tranquilo, acompañado de algunas nubes, y recordas así todas las calles que caminas ese mismo día con un sol casi igual al que ves hoy.

Ahora estas tirada en el sillón “mirando” la televisión. Por el solo hecho de estar en ese sillón recordaste cuando, en esa visita exprés, te abrazo y te acomodo en su pecho cuando veían esa película. Agradeciste que fuera larguísima, así podías abusar de la comodidad de su cuerpo. Y de repente... Upss... Que paso? A la mujer fuerte se le escapo una lagrima, recordando, casi sintiendo, lo protegida que se sintió en ese momento. No había nada ni nadie que le pudiera hacer daño, pero ahí, en su pecho, era la tipa más frágil y débil.

Te cansaste de ver tele y te vas a dormir. Y devuelta un recuerdo a tu mente. Ya perdiste la cuenta de cuantos van. Te acordaste de ese mensaje que alguna vez te escribió diciendo que con vos quería compartir un sueño. El más sencillo de todos para otros. El soñaba con dormir abrazado a alguien a quien quisiera mucho, que en ese momento eras vos. Y ahí moriste de ternura. Más que de ternura de amor. En ese momento lo convertiste en propio. Paso a ser tu sueño también. Volviste de tu recuerdo y sabes que ahora es solo tuyo. Y desde ahora soñar no solo con dormir con alguien a quien queres, desea dormir solo con él. Pero él ya lo debe haber cumplido con la persona que ahora quiere y ama. Te aferras un poco más a la almohada e intentas dormir.

Asado de sábado por la noche. Muy veraniego todo. Patio. Estrellas. Lo mismo de siempre. Puuuummm…! La memoria te llama, aunque más que llamarte ya te grita. Esta vez te trae otro mensaje. Una conversación donde se hacía presente la histeria. Jugando con fuego. Entre chistes lo invitaste a que venga, sabiendo que estaba a kilómetros y claramente no vendría. Como tu familia no lo conoce había que presentarlo. El problema: ni vos, ni él sabían que eran. Amigos? No… ya habían pasado esa barrera. Novios? Tampoco… Nunca lo hablaron. Vos haciéndote la viva le dijiste: “- ¿con el título de que vendrías?”, doblegando la apuesta te llego un “- y a vos con el título de que te gustaría que vaya?”. Apá!. Esa no te la esperabas. Evadiendo la pregunta le pusiste que a vos no te tenía que gustar, que no tenías problema. Leíste un “escribiendo” que te puso ansiosa. Al toque te llegó un: “En calidad de novios entonces”. Nunca te habías mordido el labio de esa forma, con esa sonrisa tan particular. Tan así que tu familia se dio cuenta, te miraban cómplices y con sonrisitas picaras que te daban risa. Y ahí le diste una despedida a la histeria. “A mí también me encantaría que vengas como novio”. Sonreíste nostálgica por ese recuerdo que sabias que en algún momento si iba a volver a repetir.

La memoria a veces se convierte en enemiga. Nos recuerda todo el tiempo, en pequeñas acciones, gentos, muchos cotidianos, lo que queremos olvidar. Esos recuerdos que nos hacen mal, que duelen bien adentro. Siempre nos trae eso que quisiéramos cambiar y ya no podemos, porque el tiempo pasó y ya no va a volver.

Vaya desde aquí, mi cama, un beso grande para la memoria inquieta. La que nos trae recuerdos en los momentos más inoportunos haciendo(me) inquietar.

sábado, 25 de junio de 2016

Cronología de una tarde de verano

Si algo le voy a agradecer siempre a mis padres es haberme criado en un ámbito deportivo. Más que deportivo, de club. Donde había grupos, y te ponías hablar y tomar mates en cada uno de ellos. Donde a lo lejos todos se saludan con todos. Aunque nunca falta ese saludo falso de sonrisa que a los segundos se da vuelta y te descuartiza.

Nunca voy a olvidar este lugar que me vio crecer. El llegar y ver ese estacionamiento repleto, significado de que estaban todos tus amigos. Diversión asegurada. Caminar por el pasto para llegar, en esas tardes calurosas de verano, a las piletas que mataban esa sensación sofocante. El guardavida que te chiflaba para que no te tires más del borde. Nunca faltaba el remolino en la pileta de abajo. Todo hasta que te agarraba el hambre a eso de las 5 donde parabas para un mate con galletitas.

Ya empieza a atardecer, el calor calma y llega la verdadera acción. El polvo naranja te pide que vayas. ¿Y cómo decirle que no? Agarras la raqueta y siempre alguien te dice que sí... Pelota va pelota viene. Se termina el partido con la puesta de sol. Si no es el polvo de ladrillo, es el pasto verde de la cancha de rugby quien invita a los chicos a sumarse un picadito.

Terminada la acción, se viene el último chapuzón.

Si es sábado, no falta el asadito en los quinchos compartidos... Familias y grupos de amigos compartiendo una comida, una cervecita, una coca para los más chicos, un momento que se guarda como anécdota. ¿Cómo olvidar a tu mama poniendo cara porque tenía que preparar 200 cosas para el bendito asado y que cuando llega con un chistecito, un saludito se le pasa todo? Como olvidar cuando jugábamos al poli-ladrón todos los pibes, matando el tiempo para comer.

El momento glorioso cuando uno de los grandes grita “Chicos, a comer!!”. Ya no importa quién gana la escondida, la pancita hace ruido y nada más importante que hacerla callar. La tabla con el asado empieza a correr por la mesa y con ella, las diferentes conversaciones, “No viste la pelota que se erró pepito en la red!?”, “el lunes jugamos, no?”, “empieza un torneo, lo jugamos?”, viste lo linda y simpática que es la hija de Claudio?”, “Y lo terrible el nene de pancho?”. Paro un poco la pelota. Me mantengo callada, cierro los ojos y sonrió. Qué lindo es respirar este aire despreocupado, donde solo importa el momento, el AHORA.

Cuando volvamos a hacerlo, ya no va a hacer como siempre. Ya no van a estar solo los de siempre, va haber una estrella, la que nos va a estar acompañando. Una estrella rubia, que siempre tuvo una sonrisa y un “¿Cómo estas chiquita?”.


Aun así, que se repita. Que se repita en esta generación y en las que vendrán.

viernes, 27 de mayo de 2016

Tu nena

Cuando te fuiste solo tenía 13 años. Toda una nena todavía. Pero yo sabía que era TU nena. Tuya y de nadie más.
Tengo todavía en mi cabeza, en mi memoria tu voz diciéndome: “Mi nena no hable así”, “Mi nena, queda feo”. “Mi nena…”. Siempre TU nena.
Tengo varios recuerdos con vos. Los mejores. Aunque no todos en los mejores momentos tal vez.
Los años te alcanzaron viejo, a mí me están sobrando. Quiero que nos sobren los momentos. Aunque ya es evidente que no se puede ¿no?
Te extraño. Te extraño mucho. Quiero que vuelvas un ratito y que me alces en tu falda como cuando era chiquita. Que me abraces y me digas “te quiero mi nena”.
Te busco en todos lados y en la mayoría siempre te encuentro. Sé que en ese “ya no está más”, estas en todos lados. Siempre siendo mi guía y la de muchos más.
Tengo lágrimas. Muchas. Se mezclan con un poco de todo. Emoción, de saber lo grande que fuiste con todos. Felicidad, de saber que siempre estas. Tristeza, de no poder sentir más tus abrazos, me guardo esa hermosa sensación de todos modos. Por último y lo que más abunda dentro de mi es el orgullo, de toda la entereza, garra, ganas y entusiasmo que siempre le pusiste a todo, lo que buscabas y lo que te tocaba.
Te mando un beso con un abrazo de gol desde estos lados, esos que ya conociste y en esos por los que aun vagas, pero de otra forma.
Te quiero.
Tu nena ayer, hoy, y por siempre.

viernes, 20 de mayo de 2016

Momentos

 Hay momentos que son fugaces, demasiado para nuestro gusto, por eso hay que disfrutarlos, saborearlos y exprimirlos. Guardarlos para siempre en nuestra memoria.

Hay otros que son mejor olvidarlos, que nos destruyen, nos hacen doler desde la punta del dedito más chiquito del pie hasta lo más profundo del corazón y el alma.

Pero hay algo en común en todos ellos . SIEMPRE pasan dejándonos algo, una enseñanza, un aprendizaje, algo que nos cambia y nos hace ver algunas cosas de otra manera.

Definitivamente, después de ese momento, somos otros, distintos a lo que éramos antes.